Puedo
entender que en latitudes de Latinoamérica o similares se encuentren en
temporada de lluvias y les suene raro un
texto como éste pero hay que entender que aquí estamos a final de Mayo y los termómetros
alcanzan fácilmente los 35 grados y los sobrepasan, lo que quiere decir pleno
verano meteorológico si bien podemos alcanzar todavía hasta 10 grados más en
Julio o primeros de Agosto. La
angustia que podemos sentir todos en las
horas centrales del día es grande y los más pequeños lo mismo. Es difícil que
haya muchas aulas con aire acondicionado porque no se rentabiliza adecuadamente
el gasto. En pleno verano las escuelas suelen estar cerradas por vacaciones.
Para combatir el calor disponemos, sobre todo, de las sombras y del agua.
Este
año hace siete que dejé la responsabilidad directa del trabajo con pequeños y
empiezo a sentirme cobarde a la hora de ofrecer referentes directos porque el
tiempo vuela y siento que cabe la posibilidad de que sin darme cuenta me
encuentre hablando para el pasado. De ahí que valore tanto los testimonios
directos de hoy que algunos compañeros nos ofrecen generosamente. Me atrevo a
seguir proponiendo el aire libre como medio excelente para que los pequeños se
desenvuelvan en cualquier climatología, sobre todo en el calor y el agua, sobre
todo el agua, como medio de primer orden
para captar el interés de cualquier persona, mucho más si es pequeña y
se encuentra al alcance de nuestra mano, es barata y su manejo habitual ofrece
consecuencias positivas de todo orden para el crecimiento y el dominio de las
destrezas motoras que los pequeños necesitan tanto como el comer.
Con
frecuencia he repetido como cualquier abuelo cebolleta secuencias con agua en
las que una y otra vez se pone de
manifiesto el placer del contacto con el elemento y los beneficios profundos y
variados que ofrece a los menores. Pongo de ejemplo la recomendación de pedirles
cuando pasen delante de alguna fuente, bien en el colegio o en la calle que no toquen el agua y comprobar, que están de acuerdo con lo que les estamos
diciendo y al mismo tiempo desplazan la mano hasta el chorro de agua que sale
lujurioso y que tiene el mismo efecto de atracción que el azúcar del néctar de
las flores para cualquier insecto. En ambos casos, irresistible. En nuestro
caso más de una vez nos convertimos en machacones para lograr que terminen por
no atender esa capacidad tan fuerte de atracción que el agua ejerce sobra ellos
con lo fácil que sería darnos cuenta de los efectos tan beneficiosos que su
contacto tiene y que en estos casos lo mejor es ponernos en la dirección del
interés y permitir que se produzcan los beneficios que saltan a la vista.
Es
verdad, no se puede negar la evidencia, que el contacto con el agua tiene unos
primeros momentos, sencillamente de inundación, vamos de ponerse como una sopa,
pero si somos un poco sensatos nos
daremos cuenta de que con estas temperaturas las ropas se secan en un plis plas
y aunque no se secaran tampoco habría ningún drama porque no hace frío. Muy
pronto vamos a darnos cuenta de que el proceso de aprendizaje hace su efecto y
rápidamente usan el agua con mucha más seguridad y son ellos los que dirigen la
interrelación para conseguir objetivos cada vez más complejos como en cualquier
otro proceso de adquisición de conocimiento. Sé que esto que digo son palabras,
es verdad. Pero cuando uno se ha pasado años y años constatando el contenido,
todo lo más que puede hacer es ofrecer su credibilidad profesional y aceptar
que al final, tanto en esto como en todo, es cuestión de elegir y habrá
personas que se crean lo que aquí se cuenta y otras, con todo su derecho, que sencillamente
no estén de acuerdo. Ambas posturas me parecen respetables aunque yo deje aquí
explicada cual es la que defiendo.