Semana
a semana me voy desgajando un poco y grano a grano me voy quedando como desnudo
de todo lo que un día quise dejar escrito de lo que ha supuesto mi vida
profesional y de los aprendizajes que a lo largo de los años he ido cosechando.
Quizá también pueda suponer alguna forma de acumulación de capacidad para
expresar cosas que quería y otras que ni siquiera sabía si quería. Si todo va
como está previsto, la próxima semana cambio sustancialmente de escenario y ya
veremos qué se me ocurre meter en el blog desde la ciudad de Bogotá. Me
gustaría seguir el hilo de mi discurso, que no entiende de paisajes y que sólo mide
las posiciones interiores referidas a la educación de los más pequeños
perfectamente universales. Sólo falta constatarlo y hacerlo presente. Un día lo
manifesté desde Oslo en Noruega y ahora espero ofrecerlo desde Colombia, otro
Norte del Sur y un mundo distinto y rico al mismo tiempo.
Desde
aquí intento dar vueltas a la idea de la finalización del curso que llevamos
entre manos antes de entrar en ese mar de la tranquilidad que significa el
verano en el que parece que no pasa nada y en el que los pequeños han de
aprender un orden de vida muy distinto al de la escuela una vez que ya se había
logrado una cierta armonía y estructura más o menos orientada. Quizá el alto precio
que se ha de pagar por asumir un orden nuevo que deriva de la actividad con la
familia, con nuevas normas y con nuevas limitaciones también, signifique alguna manera de aprendizaje pero
seguro que también significa un precio que hay que pagar por ello. Seguramente
la vida siempre es así y no hay paso que no se dé por el que no haya que pagar
lo más o lo menos. Entre los de seis años en adelante lo sintetizamos en
exámenes y en notas finales que intentan ofrecer una imagen de lo que ha
supuesto el esfuerzo del curso que comenzó en el lejano septiembre. Entre los
más pequeños no es posible tanta síntesis y hay que ponerse algo más
discursivos si se quiere afinar.
El
aprendizaje de los pequeños, desde que yo tengo conocimiento ha ido asociado a
la globalización. De ahí que no se preste a notas numéricas. Los aprendizajes
esenciales que son como hemos insistido tantas veces, los que se juegan en esta
etapa, no caben en el estrecho margen de
un número o de un calificativo escueto. Precisa de palabras, de frases, de explicaciones y de argumentos y
aun así se sabe que el resultado se queda corto porque la vida es muy difícil
encajarla en una estructura lingüística, pero es verdad que alguna forma hay
que escoger para comunicar a las familias por dónde va el camino que se intenta
recorrer y la idea del informe que Manuel comentaba la semana pasada puede ser
un acercamiento válido para ofrecer pistas a los familiares, sobre todo si se
ofrecen unidas a explicaciones individuales o colectivas en reuniones que
saldan en ellas mismas los logros o las dificultades, unas veces planteadas por
los responsables de los grupos y otras por las propias familias para
consideración de todos. A fin de cuentas la educación es cosa de todos y está
bien que nos lo tomemos como tal.
Quizá
interese recalcar una vez más que en el proceso educativo nos educamos todos
aunque en este caso la excusa sean los
más pequeños. Probablemente es la lección más profunda que ofrece un momento de
síntesis como este de fin de curso. Yo he pensado muchas veces y hoy lo sigo
pensando más todavía que en este proceso de aprendizaje permanente que es
vivir, en cada momento hay un asunto que
puede servir de excusa pero que al final la verdad es que lo importante es aprender
sobre nosotros mismos y sobre nuestras
posibilidades ilimitadas. Necesitamos diversas palancas que nos permitan hacer
fuerza para movernos y vamos usando este argumento o el otro en función de unas
razones u otras pero en el fondo todas se concentran en una sola: somos seres perfectibles
y eso nos permite un proceso de aprendizaje sin fin.
Hola Antonio:
ResponderEliminarTodo son etapas. Me ha encantado como explicas la educación de los niños.
Desde donde sea que escribas seguro que tus Posts siempre despertarán interés y conocimiento.
Un abrazo, Montserrat
Gran reflexión...
ResponderEliminarLa Sinfonía del Nuevo Mundo fue mi primer disco ... con 12 años !
Saludos
A veces me da por pensar que el mejor informe que yo podría hacer a final de curso no es el de lo que ha supuesto el curso para cada niño, sino lo que ha supuesto para mí; lo que he aprendido, lo que me sigue funcionando, lo que me genera dudas y aquello en lo que todavía no doy la talla.
ResponderEliminarPensar que el maestro pasa por los cursos sin verse afectado por la relación con los niños, sus familias, los compañeros, los demás profesionales con los que nos relacionamos fuera de la escuela, la gente con la que nos encontramos por la calle... es pensar en una máquina de enseñar, no en una persona.
Buen viaje
Estoy de acuerdo una vez más contigo, Manuel. Es más, se me ocurre que no enseñamos a los niños ni los niños aprenden con lo que les decimos aunque nos pasemos los días intentándolo, sino con lo que somos, eso que transmitimos sin darnos cuenta siquiera y muchas veces hasta a pesar de nosotros. Por eso cada día me parece más esencial intervenir en lo que somos para modificar y perfeccionar en la medida en que podamos esa faceta de nosotros, que es la que transmite y la que queda en definitiva. Un abrazo
Eliminaresta bien
ResponderEliminar*todos los mundos son nuevos. Todos, vividos, y vívidos, día a día sin destruirlos!
ResponderEliminar*todo o al menos una cuarta parte de los mundos acontece en verano. Buena estancia en Bogotá!
abrazos
Siempre muy rica tu reflexion mi amigo....Te mando un abrazo y Muchas gracias por tu cariño cada vez que te asomas por mi rincón.
ResponderEliminarBesitos y feliz día.
un placer haberte encontrado
ResponderEliminarleido
disfrutado
un abrazo
sin
conocerte
Creo que los profesores formáis una importante parte en la educación de los niños.Lo que nos transmitís desde la infancia nos ayuda a crecer como persona. Yo tuve la gran suerte de tener en mi etapa escolar a un gran profesor de letras y de música, que me hizo amarlas....Un gran trabajo. Un beso
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