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lunes, 29 de diciembre de 2014

INCIDENCIAS


         No sé qué tipo de bichos cibernéticos pululan por el éter dispuestos a introducirse en la máquina y hacerla inservible en cualquier momento. Hasta ahí no llego. Tampoco sé si tendrá que ver con el trancazo de resfriado que, después de varios años sin olerlo siquiera, éste se me ha metido a conciencia y veremos lo que tardo en quitármelo de encima. Esto ha hecho que ayer, mi día de edición habitual, me fuera imposible poner la página correspondiente a esta semana. También me ha permitido entrevistarme hoy con Enca a propósito de aquel proyecto común sobre los terrores nocturnos y con mi hija Elvira que parece que se va a responsabilizar del diseño porque le gusta mucho el tema de la edición y siempre lo hace en su cole y con buen resultado. Una vez más en la vida, un poco de cara y un poco de cruz.

         Sobre la cruz no quiero insistir mucho. El tema de salud ya está sometido a la Couldina y a un respirador nasal y a esperar que el cuerpo se vaya recuperando poco a poco con abrigo suficiente porque Granada puede ser muy calurosa en verano pero también muy fría en invierno y acaban de llegar los bajo cero casi de golpe. Del ordenador me confieso completamente impotente y le he dejado a mi amigo Fran el cometido de limpiarlo y de ponerlo a punto y él, eficaz y diligente como siempre, me lo ha devuelto a la vida, aunque con un día de retraso. En ocasiones similares tiendo a sentirme desamparado pero en esta ocasión me lo he tomado con filosofía y he comprendido que no soy más que una persona y ya soy mayor para asumir que hay cosas contra las que uno no debe luchar porque son batallas perdidas de antemano. Es la tarde del lunes y ya estoy en condiciones de restablecer el contacto con vosotros, dichoso de mi comportamiento y de que sólo hayan sido 24 horas de retraso que sé que comprendéis porque seguro que en algún momento os habrá pasado a vosotros algo parecido.

         Sobre la cara, por el contrario, no sólo no me importa insistir, sino que me alegro de hacerlo. He presentado a Enca a mi hija Elvira y han simpatizado al momento, cosa que no me extraña nada conociendo a Enca como la conozco y nos ha enseñado las ilustraciones del libro que las tiene muy avanzadas. Casi terminadas diría yo, a falta de algunos recortes de última hora. Nos ha impresionado la cantidad de material gráfico que tiene preparado y la fuerza de imagen que el libro va a ofrecer. Es evidente que me gustaría que hubiera una editorial que se hiciera cargo de él, lo materializara con interés y lo difundiera adecuadamente. Los libros se hacen por muchas causas y la de la difusión es una de ellas, a qué nos vamos a engañar. Intentaremos que así sea pero lo que sí sé ya es que el libro ¡SOCORRO, PAPÁ! va a ser interesante y le va a servir a cualquier pequeño que lo vea y que lo lea. Me siento muy satisfecho del trabajo hasta aquí y espero daros más noticias del libro cuando esté en las librerías.


                                          

         Yo sé que una entrevista con Enca no es posible realizarla son un tema cerrado y esta no lo ha sido. Tanto ella como yo hemos tenido ocasión de comunicarnos proyectos  de diverso tipo en los que estaríamos interesados en participar ambos. Quedaría pretencioso sacarlos a la luz cuando no son más que ideas, futuribles que tendrá que ser el tiempo el que irá diciendo si se convierten en realidades, y en ese caso no tendré inconveniente en daros cuenta o, sencillamente no se convierten más que en semillas de otras ideas que salen a partir de estas. Lo que sí es verdad es que Elvira ha salido alucinada de la entrevista, cosa que no me ha extrañado y yo con un mayor y mejor conocimiento de Enca, la hemos hecho en su casa, porque hemos podido conocer mejor su producción gráfica, tanto para posibles ilustraciones como de producción pictórica personal, que me parece de una acusada personalidad. Una vez más, un poco de cal y un poco de arena.

domingo, 21 de diciembre de 2014

BIRLIBIRLOQUE


         No sé si por arte de birlibirloque o por qué pero creo que a las familias les llega poca argumentación más que el de la casualidad para que entiendan, este año por ejemplo, que han de quedarse con los niños durante 19 días seguidos y que a eso le vamos a llamar VACACIONESD DE NAVIDAD. Yo no voy a entrar en el espinoso asunto del derecho de los maestros a disfrutar de esos 19 días cuando el resto de los trabajadores no lo hacen, que sería entrar en un jardín del que no sé cómo podríamos salir sin discusiones fuertes. Lo dejo por tanto para encarar sólo el problema de que los niños van a estar en su casa las 24 horas y que las familias tienen que buscarse la vida.

         Desde que se comenzó en septiembre se ha ido creando una estructura de vida en la que los pequeños han pasado el grueso del día en la escuela, muchos de ellos incluso con la comida incluida cuando ahora, de pronto, nos encontramos con niños hasta en la sopa cuando el trabajo en general no tiene ese mismo margen de vacaciones. Algunos tienen la posibilidad de coger una de las dos mitades, con lo que el problema puede verse reducido al 50%, pero no son muchos. Hay que saber que los casos pueden ser muy variados. Lo normal es recurrir a los más allegados, familiares, vecinos o amigos para cubrir las necesidades nuevas que la presencia de los menores todo el tiempo en la casa plantea.  Es importante tomar conciencia de que los menores no son culpables de la situación en la que se ven inmersos. Para las familias puede suponer un gran escarreo en muchos casos pero es importante que quede claro que los pequeños no son los que causan esa situación sino que la sufren como los demás.

         Lo más frecuente es que las familias opten por distribuir el tiempo en función de las necesidades de la familia, parecidas a las que se venían produciendo antes de las vacaciones, con la salvedad de que ahora hay que desenvolverse con niños, bien en carritos en el caso de que su edad lo permita o con su compañía si ya han crecido suficiente. Tanto de un modo como de otro, en realidad lo que sucede es que la carga del desarrollo del día es la de siempre más  el complemento de los niños que, sin comerlo ni beberlo, se ven arrastrados a ser ignorados o casi porque la solución de los problemas de la casa: preparación de comidas extras, regalos para todos, adecuación de las casas con los adornos apropiados, visitas familiares…., y todo este tipo de exigencias se manifiestan como imprescindibles, como si no pudieran ser de otro modo con lo cual, los días de vacaciones se convierten en un peso suplementario para las ya  complicadas obligaciones de la familia. En definitiva, los pequeños son una carga más a las muchas que soportan cada día.

         Esta tarde mismo, en uno de los noticiarios he podido comprobar cómo se ofrecía una propuesta de preparación de comida familiar que, si yo tuviera que seguirla como la han propuesto igual terminaba odiando los acontecimientos propios del fin de año. Creo que tenemos que poner un poco de cordura y de proporcionalidad a lo que nos pasa, unas veces en función de los miembros con los que contamos, otras veces con las disponibilidades económicas o de tiempo de las que podemos disponer y otras, sencillamente teniendo en cuenta que nuestra salud física o mental es lo primero y debe ser requisito indispensable del que debemos salir airosos porque de lo contrario la vida no dejaría nunca, por unas razones o por otras, de convertirse en una tortura en forma de laberinto en el que nos veríamos sin posible salida. En un momento la complicación podría ser un cumpleaños, en otros un viaje, en estos que comentamos unas vacaciones… No puede ser. Tenemos que organizar la vida en cada caso en función de nuestras posibilidades y buscando  en todo momento un esquema de normalidad que nos permita niveles de gozo suficientes como para querer seguir viviendo y encontrando satisfacciones al trabajo que tengamos que desarrollar. 


domingo, 14 de diciembre de 2014

BELÉN


         Que nadie se me escandalice. No es que me haya dado ahora, a mis años, por el seguimiento del ciclo religioso que dicta que en las casas hay que poner el Belén por estos días. Todo el respeto para quien lo haga, pero no, yo no. Sin embargo sí quiero comentar un Belén concreto que hay colocado en un Chino, cerca de mi casa. Por todas las tiendas se ven figuras y ornamentos para comprar y hacer con ellos el tradicional Belén que, por más que el Árbol empuja y Papá Noël no digamos, sigue siendo un atractivo indiscutible en esta zona del mundo. El Chino vecino tiene sus figuras para vender como todo hijo de vecino, pero lleva dos o tres años que habilita un gran espacio de su escaparate y, hecho insólito para mi, un artesano de Granada expone su particular Belén sin rigor histórico alguno  pero con toda la riqueza que su imaginación le ofrece.

         No lo he intentado porque insisto que mi afición no participa de este ritual pero sí me interesa destacar que, pese a estar expuestas para la venta las figuras de este artesano, como todas, en el escaparate no hay momento del día en que no haya personas contemplando las propuestas de figuras y de mundo que esta persona ha tenido a bien comunicar para que puedan ser objetos de los que se nutra el Belén de las casas que se sientan interesadas. Entre las personas, una gran proporción de niños que, curiosamente, se dedican a admirarse estruendosamente con lo que se muestra en el escaparate que yo no sé si tiene que ver mucho con Palestina, Belén, palacios de Herodes, molinos, lavanderas y pastores, pero sí que tiene que ver con lo que significa el invierno para esta tierra y forma parte de nuestra cultura: matanza, herrería, recogida de la aceituna, cultivos de hortalizas de las que se ven cada día en la Vega de Granada tan cercana, transportes de pollos y cerdos en carros tirados por bueyes, tractores que trasladan la aceituna de los olivos a la almazara, Alhambra como palacio, no se sabe muy bien de qué rey o gobernante al uso y viviendas que seguro que no difieren mucho de las de la zona a que los belenes se refieren, pero que sí nos dicen a nosotros lo cercanas que nos resultan las formas de cortijos o los techos de lajas alpujarreños.

         Cada vez que vuelvo de mi largo paseo diario y paso por la exposición tan particular y tan rica aminoro el paso o incluso me hago el remolón para contemplar el espectáculo, digno de ver sin duda yrecoger los testimonios y comentarios de las personas que suelen estar viéndolo y que lo comentan desde la cercanía, como si se tratara de algo suyo. Saben de qué se trata, saben lo que tiene que haber y lo que no y el sentido que tiene cada uno de los elementos que hay expuestos pero no dejan de manifestar su admiración por lo convencional que aparece y por lo nuevo, lo mismo de cercano que lo manido y tan propio del mundo que intenta reflejarse como lo más conocido. Los diálogos que se establecen entre personas mayores, abuelos sobre todo que tienen más tiempo disponible, o entre abuelos y pequeños que van de su mano, constituyen a mi juicio todo un tratado de transmisión cultural de primer orden.


         Me resulta chocante el conjunto, además, porque parece un contrasentido que un Chino, que es por antonomasia un canto a la ligereza comercial y a la falta de rigor de calidad, esa es la imagen que se nos transmite, se haya convertido durante varios años ya, en toda una exposición de artesanía de miles de figuras minuciosamente trabajadas a mano y una a una, con motivos específicos y particulares de esta tierra y, teóricamente, muy alejados de lo que representan estos establecimientos de todo a cien y de que cuando algo se estropea sencillamente se tira sin que nadie se plantee arreglarlo y que pueda servir de nuevo. Puede que incluso sea esta última idea la que más me llama la atención y la que haya producido que lo presente aquí en el lluvioso y gris día de hoy.


domingo, 7 de diciembre de 2014

ROPA


         En cualquier tiempo del año hemos convenido en que debemos ir vestidos. Hay, como sabemos, culturas y climas para todos los gustos. Desde andar encueros hasta lucir apenas una trapo que nos cubra las partes nobles, atendiendo a la temperatura de las zonas tropicales que llevan de suyo una temperatura que no quiere mucho más. Los que habitamos en el llamado primer mundo no solo necesitamos cubrirnos por cuestiones de temperatura, sobre todo en invierno, sino que hemos hecho de esa necesidad una industria más con el trasfondo de la moda que nos trae y que nos lleva y nos hace un poco siervos de discursos dominantes que no terminamos de saber a qué causas obedecen.

         En las zonas tropicales el propio clima es el principal argumento para decidir cómo ir vestidos y, vistas las temperaturas hegemónicas, la necesidad dice que una tela ligera cubre las necesidades. Estos días ya nos estamos enterando de que el frío ha llegado y es que este año estaba siendo caluroso y en diciembre no habíamos experimentado la mordida de frío. Ya sí que está presente y es lo normal en esta época por más que andemos quejándonos del calor en verano y del frío en invierno, como si cada año fuera una novedad que nos coge por sorpresa. Los niños, al ser casi completamente dependientes a efectos de previsión de ropa por ejemplo, se sienten vestidos casi por completo bajo el gusto o el criterio de los mayores que los crían y no siempre en las mejores condiciones para resolver sus verdaderos problemas de adaptación al clima que les toca. No es difícil encontrarse con verdaderos agobios de abrigo encima de los pequeños cuando el frío arrecia y creo que no es la mejor forma de adaptarse a  la vida en el ciclo de invierno.

         Creo recordar que en algún artículo anterior ya lo comenté porque en nuestro grupo de reflexión estuvimos discutiéndolo en su momento como un aspecto importante y no resuelto ni entonces, hace ya bastantes años, ni ahora tampoco. Como criterio conviene aclarar que no está mejor resuelto el abrigo que precisa una persona a base de capas, una encima de otra, hasta que apenas pueda moverse. Suele ser la solución más frecuente pero no la mejor. Nosotros llegamos a la conclusión de que un par de mangas de abrigo y un chaquetón cuando hay que salir a la calle, es suficiente para sentirse bien adaptado al frío de esta zona del mundo. Lo que importa es que la persona se sienta suficientemente cubierta pero que le permita moverse con soltura para que el cuerpo, con el movimiento natural, se convierta también en una fuente importante de calor. Si nos pasamos de abrigo, nuestra capacidad de movimiento disminuye y también nuestra generación de calor. No quiero pensar la cantidad de abrigo que hace falta para mantener caliente a un menor que va en carrito. No tengo nada contra los carritos pero desde luego hacen que quienes van encima se sientan un poco al margen del mundo y a expensas de lo que quieran hacer con ellos.


         A pesar de que por principio estábamos y estamos en contra de los uniformes, lo cierto es que al final hace falta poner en cuestión lo que uno piensa porque, según en qué momento y en qué lugar, las cosas se pueden llegar a ver de distinta manera. He podido ver en Cuba, por ejemplo, el orgullo de los pequeños por sentirse escolares con el sencillo equipo que los hace a todos iguales y he podido llegar a desear los uniformes en este mundo en que vivimos en España cuando se da uno cuenta de la complejidad que impone la moda, tanto en lo que toca a la cantidad de dinero que se precisa para sentir que nuestros hijos van dignamente ataviados como en el compromiso que implica para las familias considerar que llevamos a nuestros hijos a la altura de los demás, tanto si podemos soportar el nivel de autoexigencia como si no. Más de una vez y más de dos llega uno a pensar si no sería mejor encontrar un tipo de ropa sencilla y eficaz que viniera a resolver tanto capricho como nos tiraniza.


domingo, 30 de noviembre de 2014

SALIDA


         Según vamos desarrollando la programación estamos casi metidos en la vorágine de Navidad y todavía no hemos hablado de ninguna salida. El otro día Manuel Ángel, nuestro asiduo comentarista en activo,  nos ofrecía un resumen de lo que fueron sus colonias de Otoño 2014 con su grupo de 4 años. Yo solicité auxilio técnico para ofrecer un enlace desde el blog para quien quisiera consultar el resumen de Manuel. Como no he obtenido respuesta solo puedo decir que lo intentaré yo solo por si suena la flauta y lo logro. De lo contrario, sólo dispongo de ese resumen y se lo puedo ofrecer a través del correo a quien me lo solicite.

         Mi propuesta va a ser mucho más sencilla que la de Manuel, más de andar por casa. Vamos a salir, por ejemplo un viernes por la mañana. Habremos hablado con las familias por si dos o tres personas se unieran a nosotros y nos acompañaran. Nos llevaremos la fruta en una bolsa para comérnosla sentados en alguna plaza por la que pasemos. Lo que queremos no es otra cosa que conocer el barrio. Ese es nuestro objetivo. Nunca nos gustó ir en filas ni buscando como primera medida la seguridad sino que lo que nos interesa es aprender a pasear en grupo por las calles. Poder pararnos en cualquier tienda, comentar lo que ofrece al público y dedicar el tiempo a detallar lo que vamos viendo y a que lo comenten entre ellos. El hecho de que podamos acompañarlos varios adultos entre maestros y familiares puede significar que llevamos vigilancia suficiente como para que cada adulto controle a un pequeño grupo y podamos permitirnos el lujo de pasear relajados sin temor a que nadie se sienta inseguro.

         El barrio está bastante poblado ahora. Hace años nuestras salidas eran a las vaquerías que nos rodeaban porque la escuela lindaba con el campo. Llegábamos hasta comprar leche recién ordeñada y luego nos hacíamos algún postre con ella. Pero estos niños que llevamos ahora no han conocido esa situación. Tal vez sus padres. Es posible que alguno les haya hablado del barrio que conocieron ellos y de lo que aprendieron con sus paseos de entonces. Hoy veremos algún centro médico, paradas de autobús urbano, oficinas bancarias, farmacia, supermercado, droguería, almacén de los chinos, carnicería, frutería, tienda de peces, taller de coches, pescadería, encurtidos donde preparan las aceitunas aliñadas o pepinillos, cebolletas y alcaparras, taller de tapicería, arreglo de móviles y venta de fundas….Todo va a significar un buen motivo de diálogo, de preguntas y de comentarios. Seguro que de cada cosa ellos pueden aportar alguna experiencia personal vivida con sus familias y podemos compartirla. Nos ha importado desde el principio que nos quede claro a todos que el objetivo es disfrutar de la salida. No queremos que el paseo se convierta en una clase más, sino en una fuente de preguntas, curiosidades y explicaciones que nos permitan compartir experiencias.

         En la plaza que veamos más adecuada nos sentaremos, si hay bancos para todos, pues en los bancos. Si no, en corro en el suelo y allí partiremos la fruta en trozos y haremos nuestra comida habitual de media mañana mientras nos vamos contando lo que a cada uno le ha interesado de lo que vamos viendo y de lo que nos queda por ver. Muchos viven por estas calles y se van adelantando a contarnos lo que nos queda al torcer la esquina o dónde está su casa y quien vive en ella. De lo que se trata es de hacer nuestro el espacio por el que vamos paseando lo mismo que en su momento hicimos nuestro cualquier aspecto de interés sobre nuestras personas o sobre nuestras casas. Poco a poco vamos ampliando nuestro espacio vital común y lo vamos compartiendo porque de las observaciones de unos y otros va resultando un cúmulo de datos que son mucho más que la suma de cada uno.

         Regresamos un poco antes de la hora de comer, cansados pero repletos de información y con la conciencia de que el barrio en el que está enclavada nuestra escuela es un poco más nuestro de lo que lo era antes de este paseo. Era exactamente lo que pretendíamos.

domingo, 23 de noviembre de 2014

VERDAD


         Seguramente son pocas cosas nuevas de las que puedo hablar en relación a estos asuntos de los primeros años de la vida pero estoy seguro de que es importante irlas contando como si fueran gotas de un elixir selecto que necesita seguir fluyendo porque se trata de un asunto demasiado importante para cortar el caudal que se derrama y que nos inunda con su fuerza. Es más, es la fuerza de la vida la que queda condensada en su materia y secar ese reguero supondría traicionar lo más sagrado en lo que creo que es la capacidad de las personas para vivir sus propias vidas y para resolver sus propios problemas y los que ofrece la convivencias con los demás.

         Hemos sintetizado  las primeras etapas de la vida y las hemos concretado en sus componentes fundamentales. La escuela, esa forma de vida que permite que las personas aprendan a vivir juntas y a desenvolverse en grupo, conscientes desde el principio que mis problemas son muy parecidos a los de cualquiera de los que me rodean y si aprendo a afrontar las dificultades que la vida me plantea cada día, estoy aprendiendo al mismo tiempo lo que le pasa a mi vecino, que se parece mucho a lo que me pasa a mí. Estas reflexiones  parecen de Pero Gruyo pero son fundamentales para comprender a los que nos rodean porque el camino para llegar a ellos pasa por la comprensión de nosotros mismos. La escuela permite  que las personas se comuniquen y que en el recinto en el que conviven se desarrolle un laboratorio privilegiado de intercambio de influencias que son una fuente de conocimiento para todos. No hay secretos en esto de la educación. Se produce si quienes participan se manifiestan en sus comportamientos y si se establecen cauces de comunicación entre unos y otros suficientes para que todos se sientan partícipes de la aventura común que están interpretando.

         Hablando con las familias solían valorar el contenido de lo que pasaba de puertas adentro en la escuela diciendo que sus hijos se lo pasaban muy bien. Yo solía comentarles que eso no era cierto. Unos días es verdad que nos lo pasábamos bien pero las dificultades propias de la convivencia también estaban presentes en todo momento porque había muchos intereses que casar en cada caso y con cada asunto y eso significa siempre dificultades reales y miles de diálogos que afrontar, unos de fácil solución y otros de enormes y largas dificultades y algunos en los que teníamos que parar y poner límites porque hay asuntos sobre los que no se puede avanzar y hay que reconocer que también las personas tenemos límites en nuestra comunicación y tenemos que asumirlos. Nuestra escuela tenía y tiene una fuerte dosis de verdad y ahí está el punto diferenciador sobre otras experiencias parecidas. Cuando llegan por la mañana no hay más que verles los ojos para darse cuenta de que llegan con la idea de que son protagonistas de lo que va a pasar dentro. Unas veces lo pasarán bien y otras no tanto, es cierto, pero lo que pase en todos los casos será verdad para ellos y se sentirán protagonistas en todos los casos y eso lo llevan escrito en la cara desde que llegan por la mañana.


         Creo que en el planteamiento educativo es donde se encuentra la clave de todo lo que vamos explicando. Se trata ni más ni menos, de ofrecer una escuela cuya misión no es enseñar a los pequeños a base de que ellos sean sujetos pasivos que llegan a recibir las lecciones magistrales de personas que son las que saben y se encargan de transmitir ese saber a los que van a ser enseñados. No. Nuestra escuela es un recinto vivo donde todos nos enseñamos y todos aprendemos unos de otros. Es como un laboratorio en el que todos nos estamos construyendo cada día, completándonos y mejorando a base de relacionarnos unos con otros. Nunca está claro quién aporta más ni quién menos. Lo que sí es evidente es que todos somos protagonistas y eso no es una palabra sino una actitud que cada uno manifiesta desde el momento en que cruza la puerta de entrada cada mañana.


domingo, 16 de noviembre de 2014

OTOÑO


         Estamos ya en el otoño avanzado, momento en el que las hojas caducifolias no pueden aguantar las ventoleras encima de los árboles y se vienen al suelo de donde surgieron, no sin antes ofrecernos un hermoso abanico de colores entre amarillos limón hasta el marrón oscuro. La señal más visible que percibimos, aparte del frío que poco a poco se nos va metiendo en los huesos, es la hegemonía de la oscuridad sobre la luz en esta zona del mundo. No sé si será cierto pero la variedad de colores es más amplia y rica que en ninguna otra estación del año. Si alguien tiene el buen gusto de darse un paseo por las Alpujarras comprobará la exactitud de lo que digo.

         Ojalá tuvieran la oportunidad los pequeños de gozar la experiencia otoñal de una noche fuera de casa, durmiendo con sus compañeros en una casa habilitada para ese menester cerca de la ciudad. Lo llamamos Colonias en recuerdo de las que se hacían en verano cerca de la playa. La experiencia es intensa, un poco insólita y amiga de la noche porque ahora la luz se va desde las seis de la tarde. Especialmente interesante el paseo en grupo por las faldas de las montañas cercanas con las linternas en la mano, conteniendo el pánico de la oscuridad y superándolo a base de la compañía que ofrecen los compañeros y los maestros que se atreven a compartir esos momentos mágicos e incorporarlos al programa del curso como otra lección cualquiera. Como no quiero ser demasiado pesado me callaré la historia de la zorra que creo haber contado en este blog varias veces porque nos dejó impresionados pero no faltan historias que luego vamos a contarnos durante meses y, sobre todo, la vivencia de grupo tan potente que a partir de entonces nadie va a poder eliminar de nuestras experiencias vividas.

         Sin llegar a tanto, porque la experiencia de dormir fuera al menos una noche es complicada y no siempre es posible, el otoño merece al menos un día para celebrarlo y tratarlo en vivo. En el patio podemos  echar un fuego para asar castañas, para calentarnos a media mañana y para hacer que ardan todos los elementos viejos que hemos almacenado sin saber qué hacer con ellos.  Podemos preparar algún guiso de otoño tipo potaje de castañas, carne de membrillo, boniato cocido con membrillo y la colaboración de las familias aportando frutos de otoño: uvas, granadas, almendras, caquis, nueces, castañas, membrillos o algún pastel de elaboración propia, puede hacer que vivamos una mañana perfectamente otoñal, inundada de olores y sabores específicos de esta época. Son sobre todo cosas sencillas y que los pequeños seguro que tienen en sus casas o que se elaboran en algún momento de estos días y que también les permite por inmersión, entender qué tiempo es el que está pasando por encima y por dentro de nosotros. Es verdad que lo trabajaremos en clase y que hablaremos de él, pero nada será comparable a la vivencia de todos con los sentidos en pleno funcionamiento y dedicados a identificarlo y a gozarlo en común.




         Estoy seguro que de cada estación del año se puede sacar una experiencia que ofrezca niveles similares de intensidad y de cercanía. No sé si es que el otoño ofrece más posibilidades para estas vivencias tan caseras y tan ricas en sensaciones. Lo que sí sé es que cada año lo hemos venido repitiendo y se ha convertido en una institución en la escuela. Cada familia ha aportado lo que ha podido y ha sabido y el conjunto siempre nos ha parecido impactante y rico. Hay que decir que muchos niños no conocen los platos que se les presentan en la mesa porque aunque no nos demos cuenta nos vamos alejando de la simplicidad pero también ha significado una invitación a reencontrarnos con alimentos y conmemoraciones propias de nuestro lugar y que no se debieramos perder porque nos identifican como pueblo y nos reconcilian con nuestra cultura tradicional. Desde la vendimia del comienzo del otoño hasta el reencuentro con el intenso frío del invierno, que en Granada puede llevarnos hasta los 10 grados bajo cero, hay un recorrido vital que no debemos perdernos por nada del mundo. 


domingo, 9 de noviembre de 2014

RIESGO


         En las dos semanas anteriores tengo la sensación de haber recogido zonas de la infancia que parecía que se iban a quedar atrás o desatendidas. Y es que los tres primeros años de la vida parece como si fueran de segunda o que tuvieran menos interés. De hecho, hasta desde el punto de vista administrativo los profesionales idóneos para acompañar estas edades, lejos de disponer de la mejor preparación posible como creo que deberían ser, un módulo de FP es todo lo que necesitan legalmente para acompañar a un grupo. Hemos llegado sólo hasta aquí por el momento. No me parece suficiente pero no tenemos otra cosa.

         Profundizar en la educación perceptiva ,propia del primer año de la vida, nos llevaría semanas y semanas. Lo hemos repetido y tendremos que seguirlo haciendo porque nunca como en este tiempo estaremos tan cerca de las claves de la educación. Nunca como en este tiempo será necesario personas sólidas y maduras que ejerzan su profesión junto a los pequeños porque va a ser la forma de ser de estas personas las que van a dejar su huella profunda en los pequeños. Es el propio cerebro el que se está configurando a través del proceso de mielinización, de modo que esos primeros esquemas de comportamiento se graban hasta físicamente formando las arrugas cerebrales que van a durar toda la vida. Son como los trazos de la historia personal de cada uno los que se marcan ahora en el cerebro. Cuando nacemos, las curvas cerebrales son casi planas y es en los primeros años de la vida cuando se convierten en ese laberinto de curvas con que conocemos ese órgano rector de la vida. Me quedo tranquilo de haberlo dicho y de seguirlo haciendo con insistencia aunque sé que nunca será suficiente.

         En la fase siguiente que hemos llamado muscular por darle una idea diferenciada, aunque no podemos olvidar que todas las fases de la vida están impregnadas de facetas de influencia por más que definamos una como hegemónica. Entre uno y tres años es el músculo el que tiene que nacer y dominar el cuerpo y extenderse por los distintos órganos que nos configuran como personas. El nacimiento del músculo es también una etapa de riesgo físico significativo y precisa más que otras la cercanía y el cuidado de los adultos hasta que esa explosión física a la que los pequeños están sometidos vaya adquiriendo un cierto control y una cierta conciencia de los límites, de lo que se puede y de lo que no en cada reto. Por eso cuando despotricamos contra los carritos no es por capricho sino porque es en esta época sobre todo cuando las familias, aunque deban disponer de un carrito para muchas funciones, no deben olvidar que es el momento por excelencia para que los pequeños ejerciten más que nunca sus capacidades musculares. Seguramente la vida ofrece posibilidades para todo, pero conviene insistir que es ahora sobre todo  cuando los pequeños necesitan el ejercicio físico para llegar a los tres años más o menos, con todas  las facultades perfectamente desarrolladas y con su musculación armonizada.


         En esas condiciones es cuando llegamos a esa otra revolución personal, la del proceso de simbolización, que va a llevarnos de los tres a los ocho con el enorme reto de interiorizar lo que conocemos con el nombre de sentido de realidad. Entre la percepción, el desarrollo muscular y la conquista del sentido de realidad podemos estar disponiendo de, al menos un 70% de las capacidades de las personas y todo ese arsenal educativo se concentra en los ocho primeros años de vida. Eso es lo que justifica nuestra insistencia. Por mucho que se prolongue nuestra vida siempre dispondremos de un espacio para que el aprendizaje penetre en nosotros. No es solo una frase aquello de  que siempre estamos aprendiendo, pero no se nos puede olvidar ni un momento que el grueso de nuestra personalidad siempre está vivo en nuestra infancia y es allí donde podremos encontrarlo cada vez que lo necesitemos. León el Africano dijo como resumen de su vida: mi sabiduría ha vivido en Roma, mi pasión en El Cairo, mi angustia en Fez y en Granada vive aun mi inocencia.  


domingo, 2 de noviembre de 2014

MÚSCULO


                En todas las épocas de la vida nos pasa de todo. Del mismo modo que un bebé vive un desengaño que le alecciona contra determinada vivencia de la que habrá de protegerse en el futuro podemos encontrar a una persona octogenaria sorprendiéndose hasta las lágrimas con una flor que seguramente puede haber visto miles de veces y no prestarle demasiada atención pero que en esta ocasión es capaz de conmoverla. Es una de las muchas grandezas de la vida. Lo que no quiere decir que no sepamos que cada época tiene componentes que se producen por delante de otros y que definen ese tiempo de una manera concreta.

         La semana anterior hemos hablado del primer año de vida y hemos definido su carácter fundamental como  tiempo de  percepción por excelencia. Insistimos que toda la vida estamos percibiendo pero en este tiempo que comentamos la percepción es como su carácter preeminente. Desde el punto de vista educativo significa que los pequeños deben criarse en un ambiente estimulante, convenientemente diversificado y con tiempo suficiente de atención por parte de los adultos para que escuchen voces distintas, tonos diferenciados, luz y sombra, espacios abiertos y cerrados, frío y calor…, situaciones en general que permitan al bebé hacerse cargo de la realidad de a qué mundo lo hemos traído y empiece a aprender que las sensaciones que le llegan forman parte de una normalidad que debiera ser lo más amplia posible. Podríamos sintetizar diciendo que los pequeños estarían mejor educados cuantas más sensaciones de la vida les hubieran llegado a sus sentidos, teniendo en cuenta que tampoco es sólo un asunto de cantidad sino siempre siempre de armonía.

         Aproximadamente al año la evolución normal de la vida hace que nos encontremos con un cambio de gran calado desde el momento en que  conseguimos ponernos de pie y ver todo un mundo que nos está esperando para conocerlo, para participar de él e incorporarnos a sus millones de incógnitas y de posibilidades. Hasta los tres años más o menos, la vida de los pequeños se convierte entonces en una orgía de movimientos, de idas y venidas, de tocarlo todo, de llevar y traer, de tantear cada una de las incógnitas que la vida nos ofrece para comprobar por nosotros mismos de primera mano qué es cada cosa de las que tenemos delante. Es un tiempo de delirio que solamente puede superarse correctamente en la medida en que seamos capaces de permitir a los pequeños que puedan experimentar en primera persona los interrogantes que la vida lleva dentro de cualquiera de nuestros centros de atención en los que nos vamos fijando en todo momento. La presencia de los adultos es indispensable porque los pequeños lo único que desean y necesitan es tocarlo todo y en un principio no tienen la más leve noción de lo que entraña peligro o de lo que no lo entraña. Somos nosotros, nuestra presencia y nuestra colaboración, la que debe colaborar en que aprendan mientras van tanteando todo lo que les rodea, hasta dónde deben llegar en cada caso, pero no a costa de cortarles los vuelos sino acompañándolos para que su exploración se realice con la imprescindible seguridad y confianza.


         Esta sed de movimiento y de tanteo parece que no tiene fin. Llega en muchas ocasiones a desesperarnos pero en realidad nos está indicando hasta qué punto es necesario el que los niños se muevan y exploren a sus anchas todo lo que puedan. Es terrible encontrarnos con tanta frecuencia a los pequeños dormitando horas y horas en los carritos que los traen y los llevan allí donde los adultos necesitan desplazarse pero que siempre los mantienen alejados de sus centros de interés hasta conseguir que toda la pasión inicial por tocarlo y sentirlo todo termine por desinteresarlos de la realidad que con tanta furia los llamaba y de la que pueden terminar pasando olímpicamente. No debemos caer en extremos siempre viciados. Nosotros no debemos ser esclavos de los pequeños que, si por ellos, fuera nos tendrían a su servicio en todo momento pero nosotros tampoco podemos olvidar que la vida está ahí y que cada persona necesita descubrirla de primera mano y para eso, nuestra colaboración es imprescindible.


domingo, 26 de octubre de 2014

PERCEPCIÓN


         Reconocíamos la semana anterior que la propia inercia del discurso nos hacía internarnos en el programa  de tres años, no sé si por lo mayoritarios que resultan o, sencillamente, porque su funcionamiento se parece en cierta medida a todo lo que se conoce por el contexto escuela. Pero hay otra escuela que empieza a veces con unos pocos meses de vida, los hijos de aquellas familias en las que trabajan los dos miembros, familias monoparentales o, sencillamente,  de quienes estiman que esta forma de vida socializada desde tan pronto es más positiva para sus hijos y disponen de una plaza en algún centro, cosa que no siempre es posible.

         Antes del acceso físico de los niños se han debido realizar una serie de contactos entre la familia y el centro y las personas que van a acoger al pequeño, de modo que cuando llegue el día de su incorporación, aparte de estar al tanto el centro de las particularidades administrativas, sanitarias y físicas de la persona que se va a integrar, el grupo concreto que lo haya de asumir debe estar esperándolo y dispuesto a garantizarle un tiempo prudencial sólo para el nuevo. Los pequeños deben entrar uno a uno y disponer de atenciones particulares suficientes como para que se sientan incluidos en el espacio que los albergan. Si son grupos de pocos meses de vida, lo normal es que estén formados por un máximo de cinco miembros con lo que quien responda de ellos debe conocerlos a todos antes de que se incorporen y cuando vayan llegando deben ser recibidos de manera particular y ofrecerles un espacio y un tiempo específico a cada uno de ellos. Con relación a la vida en su casa van a ganar algunas cosas y van a perder otras por lo que hay que andar diligentes para que estos cambios tan profundos que van a experimentar se resuelvan lo antes posible y en las mejores condiciones para los pequeños.

         Trabajar con niños tan pequeños hace imprescindible para los profesionales un alto grado de vocación por la particularidad de la labor que se les encomienda. Un contacto tan directo y una relación tan estrecha significa  la implicación total de la persona responsable, de modo que si coincide con su apetencia profesional le puede ofrecer cotas de satisfacción muy elevadas y de enorme calidad y realización humana pero si no coincide, su trabajo se puede convertir en una verdadera tortura y llegar a resultarle insoportable. Y es que aquí, en este sector de la educación mucho más que en ningún otro, la persona profesional ofrece lo que es, lo que habitualmente guarda para sí, mucho más que lo que sabe. Hace falta saber y mucho para encarar y dar salida al montón de interrogantes que el día a día plantea con un grupo de bebés, pero lo más preciso es estar disponible para ellos para que en todo momento encuentren en quien sea responsable de ellos una referencia segura que les permita desenvolverse armónicamente durante el tiempo que permanezcan en el centro y evolucionar confiados y curiosos por las propuestas que se les ofrecen a cada momento.


         Todo este conjunto de asentamientos previos y personales son imprescindibles para crear un contexto adecuado para que los más pequeños los primeros días, que pueden ser muy angustiosos, encuentren un contexto físico y humano que los acoja y que los acepte. Hay que pensar que su aprendizaje fundamental, sobre todo en el primer tiempo, no se va a centrar en lo que ellos puedan producir, sino en el mayor y más eficaz despliegue de sus facultades perceptivas. Esto hace que quienes estén a su cuidado tengan una profunda formación para ofrecer un repertorio de estímulos adaptados y variados para que los objetivos de aprendizaje se produzcan pero mucho más importante e imprescindible tiene que ser haber conseguido que los pequeños se encuentren dispuestos y receptivos para interiorizar todo el elenco de estímulos que se les ofrecen para hacerlos suyos y para interactuar con ellos. Una metodología adecuada es imprescindible para llegar a los pequeños de manera eficaz pero no conseguiríamos los objetivos sin que los pequeños estuvieran adecuadamente estimulados e interesados en recibir los mensajes que sus responsables les proponen.


domingo, 19 de octubre de 2014

VIVIENDA

        
         El anterior comentario de Manuel creo que completa lo que quisimos ofrecer en el texto anterior sobre la amplitud del ámbito de estudio que merece la pena ofrecer a los pequeños, una vez que hemos estudiado el cuerpo: sus partes, sus sensaciones y las variadas formas en que se puede conocer el nuestro propio o el de los amigos. Él nos ofrecía en primera persona la propuesta concreta de su grupo sobre el plan que seguramente les puede llevar meses para precisar los planos de sus casas, cosa que más o menos, se afronta cada curso como parte del plan de trabajo, si bien cada vez de manera particular en función de las especificidades del grupo de alumnos en concreto.

         Una especie de casa colectiva es el recinto del aula concreta en el que el grupo al completo ha de vivir durante el curso que acaba de comenzar. La clase es un espacio suficientemente grande como para que se pueda diferenciar de la habitabilidad de la casa. Está formado por espacios  fijos que se suelen llamar rincones: biblioteca,  cuarto de baño, cocina, representación o lógico-matemático. Otros son más de quita y pon y se usan en función de las necesidades del grupo para una cosa o para otra: asamblea, comida, siesta,  psicomotricidad… El grupo se suele dividir en equipos que se distribuyen en los cinco días de la semana y a los que se asocia un color que los diferencia y los identifica al mismo tiempo. No es fácil que los niños asuman esa manera de trabajar y hace falta un tiempo prudencial para que vayan conociendo las particularidades y los compromisos que se asumen con relación a su propio equipo y a su grupo al completo. También aquí y en este cometido hay que dedicar tiempo para que vayan interiorizando los distintos niveles de relación que asumen. Con ellos mismos, con los miembros de su equipo, con el grupo en general…y es ahora, al principio del curso cuando toda este interrelación tiene que quedar clara para que no se sientan perdidos.

         La escuela en su conjunto es otro ámbito que, salvando las diferencias con el grupo, también les condiciona la vida, si bien en la medida en que hagamos extensivo el nivel de influencia de los espacios o de las personas, al mismo tiempo es más superficial. Hay que planificar, por tanto, salidas preparadas y discutidas a los distintos espacios. Es fundamental desde el principio que los pequeños sepan cuanto antes y lo mejor posible el entorno físico que los acoge, que los define y que los condiciona  porque seguro que les ofrece posibilidades de desarrollo y de relación que los puede enriquecer pero al mismo tiempo también les aporta condicionantes con los que tienen que aprender a vivir y conocer que en la vida no hay nada ni nadie que sea completamente bueno ni completamente malo. Las cosas, los espacios, los tiempos, las personas que viven con nosotros son posibilidades abiertas que nos ayudan a crecer sin duda, pero también son límites que nos dicen que la vida tiene unas reglas que todos debemos asumir y que aprender a desenvolvernos dentro de ellas.


         Estos niveles de conocimiento en los que va a desenvolverse la convivencia a partir de los tres años, los más pequeños tienen otras particularidades diferenciadas que trataremos en semanas sucesivas, no se interiorizan fácilmente sino que necesitan de exhaustivas explicaciones y, sobre todo, de vivencias compartidas, que esa es la mejor forma de aprender, ahora y siempre. En ese empeño se nos va a ir pasando el primer tiempo del curso sin que podamos precisarlo de manera matemática de antemano. Cada grupo nos va a ofrecer sus particularidades, por lo que el desarrollo de la programación prevista  tiene que disponer de toda la flexibilidad necesaria para que las propuestos por parte de la persona responsable lleguen a los pequeños con armonía y no les susciten agobio sino incentivos. No hay por eso ni libro ni editorial que mejor distribuya el desarrollo de la programación de un grupo que el propio maestro que tiene la responsabilidad del grupo y que es el que, a fin de cuentas, tiene que responder de él.

domingo, 12 de octubre de 2014

CICLOS


         La estructura del conocimiento es algo que no se renueva de un día para otro. Tampoco la forma de trasmitirlo. No quiero decir que el tiempo no cambie y, con su paso, la cantidad de conocimientos que se conocen y las formas mismas, tanto tecnológicas como humanísticas en que se deben trasmitir. Todo va cambiando y cada vez a más velocidad, pero los protagonistas del aprendizaje, que son los pequeños, siguen teniendo la edad que tienen, los primeros años de vida y eso implica que hay que servirles el conocimiento a su alcance para que sean capaces de  interiorizarlo.

         Como primer plato, la semana pasada nos centramos en el cuerpo y con el conocimiento de cada una de las partes conseguimos que los pequeños se conocieran un poco mejor, valoraran las posibilidades de sus miembros y se tocaran ellos y a sus compañeros para interiorizar que el cuerpo es una unidad que nos sirve para explorarnos y desarrollarnos y a la vez una invitación al conocimiento y a la relación con los demás, lo que nos permite entender que formamos parte de un mundo del que al mismo tiempo forman parte otras muchas personas como nosotros, capaces de reír y de llorar por las mismas razones por las que nosotros reímos o lloramos y con las que tenemos que vivir y a las que tenemos que respetar para exigir de ellos también el respeto que nos merecemos. Estos conocimientos tan simples resultan ser extremadamente profundos y sin embargo son accesibles con la práctica de ser aceptados desde las edades más tempranas. No hace falta que expliquemos  estas cosas porque los pequeños no entenderían el lenguaje hablado, pero si lo hacemos presente acariciándonos, oliéndonos…, estos sentidos hacen que el mensaje les llegue.

         Cada curso se  empieza con estas temáticas y da una vuelta de tuerca. Es lo que llamamos el aprendizaje cíclico a través del que los temas esenciales de la vida están presentes en cada programa. Sin abandonar el cuerpo, que siempre está presente tanto si nos detenemos en él como si no, ampliamos un punto el ámbito y nos encontramos con un espacio en el que se desenvuelve nuestra vida, tanto en la escuela como en nuestra casa. Muchas nociones parecen obvias y cuando se comentan uno tiende a pensar que casi podríamos pasar por encima de ellas pero hay que pararse, nombrarlas y ponerlas en práctica para que su conocimiento alcance el ámbito y la hondura precisa. Un día es imprescindible coger al grupo de niños y llevarlos de excursión por cada uno de los departamentos de la escuela, presentar a todos los compañeros y a las personas responsables de los grupos. En las casas, aunque no pueda ser en grupo, conviene hacerlo del mismo modo. Puede parecer una simpleza pero es que nadie nace sabiendo y los ámbitos en los que vivimos no los conocemos por ciencia infusa sino acercándonos a ellos, hablando de las particularidades de cada uno y dialogando las diferencias entre unos y otros. Aparte de una función instructiva, los pequeños asumen una lección más profunda y es la de que todos esos espacios y personas tan diferenciadas forman parte de su vida, le afectan en alguna medida.


         Me consta que hay personas, nuestro amigo Manuel es un buen ejemplo, que con estas nociones son capaces, por ejemplo, de ponerse en contacto con el Colegio de Arquitectos para intercambiar opiniones y trabajar con los pequeños los planos de sus casas y conseguir, incluso, que cada uno elabore una maqueta de la suya y se pueda exponer en alguna sala del propio Colegio de Arquitectos como hicieron ellos. Significa una lección de este tipo que los más complejos aprendizajes tecnológicos se encuentran al alcance de los pequeños, siempre que seamos capaces de valorar sus posibilidades y de poner a su alcance los medios apropiados para que ellos accedan  desde sus propias capacidades. Creo que en su momento dimos noticia del evento pero lo que importa no es dar noticia sino que verdaderamente los pequeños, como sucedió con los de su grupo, se sientan protagonistas de sus propios aprendizajes y los maestros y la estructura escolar se pongan verdaderamente a su servicio para que esto suceda.


domingo, 5 de octubre de 2014

SUMA

       

                 Las aportaciones como las de la semana anterior significan como puntales en el camino que se pretende largo. Cuando se habla en general, este que escribe procura hacerlo con la mayor carga de verdad y de rigor que puede pero fácilmente puede verse como un cúmulo de reflexiones o de propuestas que por ir dirigidas a cualquiera, al final no vaya dirigida a nadie en concreto. Por eso es fundamental, al menos de vez en cuando, poner los pies en el suelo y hacer como la prueba del algodón para verificar que lo que se dice no son brindis al sol sino encarnaciones en personas concretas, con nombres y apellidos. Sabemos que Héctor y su familia han recibido el mensaje y que se congratulan, lo que llena de gozo a este que escribe y le sirve de estímulo.

         Seguramente un comienzo aceptable como primera unidad  de trabajo con los pequeños puede ser su propio cuerpo. Los niños se comportan muy globalmente, tanto para expresarse como para asumir los conocimientos que la vida les ofrece. Esto no es malo ni bueno. Sencillamente es. Pero el hecho de que sea así no quiere decir que tenga que ser así siempre. Nosotros somos los encargados de, asumiendo como real esta forma de comportamiento de los más pequeños, hacer que evolucione hacia unos conocimientos de mayor amplitud y de mayor diversidad que les va a hacer verse como seres más amplios de lo que ellos mismos se sienten. Y esto seguramente que se puede aprender con el  paso del tiempo y confiando en exclusiva en la evolución natural pero es peligroso que nuestra única guía para que los niños evolucionen sea sólo el paso del tiempo porque de ninguna manera garantiza ni la evolución adecuada y la evolución ordenada.

         Muchas veces hemos añorado tiempos pasados como ejemplos de libertad y de una vida más gozosa cuando éramos más libres, cuando jugábamos en la calle sin tanto control o cuando nos subíamos a los árboles o nos paseábamos por el campo con los amigos. Es comprensible que uno tenga esos recuerdos y los quiera mitificar con la distancia que dan los años, pero en ningún caso responde a la verdad. La memoria nos juega malas pasadas y nos hace seleccionar los recuerdos para quedarnos sólo con aquello que nos agrada y ocultándonos partes de la experiencia que en su momento constituyeron sensaciones desagradables, incluso trágicas. Hay un hecho incuestionable y es que nuestros recuerdos nos llevan a una edad en la que éramos más jóvenes o sencillamente niños, recuerdo que suele ser grato, visto ahora con el paso del tiempo. A partir de ahí ya es fácil extrapolar esa gratitud a todo lo que nos pasaba. Nos olvidamos de los momentos de angustia, de los miedos a los que aquel estilo de vida nos sometía y a que la ley de la selva con el dominio del más fuerte imperaba mucho más que hoy, que también impera en gran medida. De hecho los accidentes graves en los pequeños y hasta la mortalidad eran moneda  cotidiana y eso no suele contar entre nuestros recuerdos infantiles.


         Y es que la necesidad de educación desde muy pronto, sin ser ningún paraíso  significa un paso importante en los servicios de los poderes públicos para la infancia. Suele ser el cuerpo entero el paradigma del aprendizaje y es importante hacerlo valer, que los niños se sientan protagonistas desde el principio de su propio conocimiento y de su propia formación. Una buena propuesta puede ser que unos y otros se miren, se toquen, presenten y expliquen las distintas partes de las que están formados, para qué sirven y cómo y cuándo las utilizan . A la vez que se van conociendo en detalle, que van asumiendo al compañero como elemento también de conocimiento y de relación, se van formando una cierta conciencia de grupo, que significa un estadío más elevado al de individuo sin más y va naciendo en ellos la necesidad de relación con los vecinos porque son miembros de la misma estructura que nos incluye  y que nos permite enriquecernos a través de la comunicación entre unos y otros. Crecer en grupo es la mejor forma de crecer. 


domingo, 28 de septiembre de 2014

HÉCTOR


         He dicho muchas veces y no tengo empacho en decirlo hoy una  más que mi principal empeño con estos textos es lograr que se hable del tema de la educación de los más pequeños y que el asunto se convierta, en la medida en que yo pueda, en un tema vivo en la gente que pueda estar interesada. Para mí ha significado mi vida profesional pero también el profundo convencimiento de que en estos primeros años de vida de las personas se juega gran parte de su visión del mundo y de las relaciones humanas en el futuro. No quiero ser alarmista pero parece indudable que la educación en estos primeros años es esencial en la vida de una persona.

         Julia es mi amiga desde hace mil años. Compañera de militancia pedagógica en el Movimiento Cooperativo de Escuela Popular MCEP. En alguna ocasión me ha llevado a Cantabria, su tierra,  para impartir un curso a compañeros nuestros y alguna vez también ella ha sido reclamada por nosotros en Granada para que nos cuente su experiencia pedagógica, tan amplia y tan rica en su colegio Verdemar. Ahora acaba de jubilarse y de vez en cuando hablamos supongo que de batallitas de personas mayores pero que siguen teniendo como destino la mejora de la educación que, en mi caso se centra como se sabe en los más pequeños. Hace poco ha tenido un nieto, Héctor y, por lo visto, de vez en cuando le insiste a Laura, su hija y madre de Héctor, que lea alguno de los textos que yo publico porque considera que puede tener interés para la madre del niño y, en resumidas cuentas, para el propio niño. Creo que ella lo sabe pero quiero dejar constancia de que un hecho tan simple significa que el trabajo que yo desarrollo en el mantenimiento de este empeño tiene sentido y afecta a personas concretas, con nombres y apellidos.

         Cuando uno escribe busca un destinatario que se sienta concernido y al que le llegue lo que uno dice pero aquí delante no se ve a nadie. Sólo en los comentarios de Manuel Ángel, porque lo conozco, sé que tiene como destino su trabajo con los pequeños. Quizá en algún momento siente uno la falta de ese destino de carne y hueso que te asienta los pies en la tierra y te dice que vale la pena tu empeño y que hay que seguir porque de tus palabras pueden sentirse beneficiadas personas concretas, con nombres y apellidos, al margen de cualquier persona en cualquier lugar del mundo porque este medio tiene la gracia de poder estar presente tanto aquí como allí al mismo tiempo y puede ser leído por mi vecino del tercero derecha como desde Cantabria por Julia o desde la Conchinchina por alguien al que no veré jamás. Me resulta valiosa esa capacidad de internet pero uno no deja de añorar la referencia concreta de un destino palpable y para unas personas que sabes sus nombres y que las conoces y las has tratado. Yo escribo lo que escribo de verdad, poniendo en cada palabra todo lo que he podido acumular a lo largo de los años y lo escribo para el viento pero quiero que su destino sea Héctor y otros como él. Ellos son los verdaderos destinatarios.


         Tampoco quiero trasmitir una serie de recetas que pudieron ser más o menos útiles en un momento determinado pero que en este momento se quedan fuera del aquí y del hoy porque la vida ha cambiado. No. Lo que me gustaría es ofrecer un discurso abierto, unas sugerencias que, salvando las distancias de lugares y de tiempos, sirvan como puntos de reflexión y puede que en algunos casos como hallazgos incluso para encontrar salidas a la serie de incógnitas o dudas por las que  atraviesan personas dedicadas a la educación o familiares que se encuentren atravesando el trance de tener en estos momentos hijos pequeños y puede que reconozcan alguna pista útil en alguna de estas reflexiones. Julia, ésta es una más dedicada a ti y a los tuyos con la esperanza de que sirva como argumento de credibilidad para cualquiera que lo lea.