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domingo, 29 de octubre de 2017

TERRORES


         En Mi pueblo se dice que un hijo es una responsabilidad que te cuelgas al cuello para toda la vida. Seguramente no es mentira aunque tampoco tiene por qué ser cierto. Tenemos experiencias para todos los gustos cerca de nosotros. Lo que sí es verdad  es que la cultura en que nos movemos nos habla de los hijos como personas a las que hay que mirar todo el tiempo que vivan y volcar sobre ellas un manto de protección como si fueran eternamente dependientes. Todos recordamos frases del cine como para mí tú siempre serás mi pequeña. Hoy no vamos a profundizar más en este asunto. En semanas precedentes nos hemos centrado en el desarrollo muscular y a estas alturas nos encontramos con alguien que ha cumplido los tres años y que se mueve con soltura y con un importante dominio de su cuerpo.

         No sucede en todos los casos pero no tiene nada de raro que cualquier noche escuchemos unos gritos desconsolados que nos hacen saltar de la cama y nos encontramos a nuestro hijo o a nuestra hija sentada en su cama, puede que con los ojos abiertos y con cara de terror gritando. La solución no existe porque esa sensación se le va a pasar al poco rato y forma parte de su vida como un fenómeno bastante frecuente pero lo que nosotros debemos hacer es sencillamente abrazarlo y esperar a que ese terror que siente se le vaya pasando. Una vez resuelto el incidente debe poder seguir durmiendo tranquilizado por nuestra manifestación de afecto. Sé que esto es muy fácil decirlo desde aquí y otra cosa muy distinta es afrontarlo a las tres de la mañana, por ejemplo, mucho más si al día siguiente tienes que incorporarte a tu trabajo sin haber dormido lo suficiente.

         Sin embargo eso sería lo mejor que podríamos hacer en beneficio de todos. Aunque tengan los ojos abiertos normalmente están dormidos y por más que nosotros le expliquemos que deben calmarse no nos van a escuchar en ese momento. Pueden calmarse antes si sienten nuestro afecto. Si no, el incidente se alargará más. Si vuelve a su cama puede que todos podamos seguir descansando en condiciones normales. Si consigue que lo llevemos a la nuestra es posible que se calme pero a costa de que aprenda a dormir con nosotros y de que la calidad de nuestro descanso, el suyo también, sea mucho menor. No es raro que con la angustia del momento claudiquemos y busquemos recuperar la cama en el menor tiempo posible pero no parece razonable que consigamos una solución que sea pan para hoy y hambre para mañana. Aunque los gritos puedan ser muy aparatosos, el problema suele ser agudo pero no grave. Con un poco de calma podemos resolverlo con un abrazo y volver a la normalidad.


         Estos terrores tienen que ver con el desarrollo, con la oscuridad y con el miedo a lo desconocido. Suelen ver cosas o personajes que les aterran en un momento y los hacen entrar en pánico. A veces lo cuentan, otras ni eso. Pero lo que nosotros debemos tener en cuenta, si es que podemos, es que no les está pasando nada raro y que la mejor medicina es que a través de un abrazo, que es la mejor medicina para tantas cosas, podemos calmar ese pánico y ofrecerles una dosis de seguridad suficiente como para que ellos acepten distender su estado de angustia y someterse al sueño de nuevo, relajados y seguros. Puede hablarse del asunto al día siguiente por si ellos explican con más detalle lo que les pasa y son capaces de razonar. Desde luego en el momento en que está sucediendo es casi imposible y puede ser hasta contraproducente porque en ese momento lo que necesitan no son explicaciones sino afecto y seguridad y un prolongado abrazo nuestro se la puede aportar.

2 comentarios:

  1. Es un tema siempre muy sensible para ellos ...

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  2. Muy interesante.
    Los terrores nocturnos asustan a los mas pequeños y en ocasiones los padres no saben que acción tomar.
    Has sido muy claro en tu exposición.
    Saludos afectuosos.

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