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domingo, 9 de octubre de 2016

DEBERES


         Con el paso de los años me voy dando cuenta de que en educación como en moda o como otros aspectos, presentes en el devenir de la existencia, se van haciendo recurrentes. Siempre están presentes  aunque en unos momentos se acercan, en otros se alejan, se hacen prioritarios o casi desaparecen del discurso dominante. Así vemos modas que se vuelven a ver y que rompen,  cuando nacieron hace veinte años. Lo mismo pasa, por ejemplo, con el tema de los deberes entre los asuntos que conciernen a la vida escolar y ahora es un tiempo en el que hablamos de deberes por España como si el tema fuera nuevo y nunca hubiera estado en el candelero.

         Hoy lo que toca es decir que no hay que echar tantos deberes a los niños porque son demasiadas horas con la escuela a cuestas entre las horas de clase y la gran cantidad de encargos que han de cumplimentar en sus casas para llevar al día la cantidad de estudio que se les propone. Se adjuntan una serie de argumentos de índole psicológica por los cuales conviene seguir los consejos de eliminación de deberes, sobre todo en los primeros años de la escolaridad. No seré yo precisamente el que se ponga a defender los deberes aquí, cuando no los he defendido nunca ni se los he puesto a mis alumnos. Lo que sí hago es reirme conmigo mismo y reconocer que nos repetimos  más que las campanas del reloj de la iglesia de mi pueblo, que siempre  da las horas por dos veces por si no nos enteramos con la primera vez.

         Alguien que tiene influencia en el discurso dominante parece haberse dado cuenta de que no es verdad que el llevar a casa cada tarde una serie de obligaciones extras no quiere decir ni que aprendas más, ni que saques mejores notas, ni que tu educación sea más competitiva en los distintos ranquin s  internacionales que salen a la luz cada año y en los que, al parecer, no mejoramos demasiado por más deberes que impongamos. Pero esto a mi me suena ya a viejo. Allá por los setenta recuerdo una guerra parecida en la que los jóvenes maestros que nos habíamos incorporado a la docencia hacía poco logramos que desapareciera del mapa el concepto de deberes y los estudios dirigidos a los que se sometía a los pequeños como suplemento de sus actividades regladas. A los premios nóveles que habían de salir como resultado de tanto sudor nos cansamos de esperarlos en aquel tiempo y parece que ahora también nos hemos dado por vencidos.

         Es más, las cabezas más laureadas ,  que aportaron y siguen aportando hitos para el progreso científico o de cualquier otro tipo, fueron en su momento y lo siguen siendo hoy, personas que cubrieron su etapa de educación primaria, ignorados o enfrentados claramente a la estructura y no brillaron o progresaron directamente  marginados de los planes de estudios sin que el conocimiento de sus casos concretos parezca habernos llevado a algún tipo de reflexión que nos conduzca a modificar en alguna medida la estructura educativa en la que nos desenvolvemos. Con lo cual, lo único que con tanto vaivén parece que vayamos a conseguir es un pan como unas hostias, arreglar ahora, una vez más el asunto de los deberes para calmar los ánimos y esperar a que pasen otros pocos años hasta de que de nuevo nos pongamos a competir sobre quién sabe leer más y más pronto, si mi niño o si el vecino de enfrente.

         Seguiremos con nuestro discurso convencional y cuantitativo hasta que de nuevo nos demos cuenta de que nuestros nuevos niños se encuentran agobiados por desenvolverse en la estructura escolar que no entiende otras razones que de las de ofrecernos a los adultos una vida cómoda, aunque, como siempre, ignore a los pequeños y a sus manera de progresar y crecer.  


9 comentarios:

  1. NO creo que mandar deberes o no sea algo bueno de por sí; entiendo que una tarea pequeña al llegar a casa, crea un hábito de trabajo necesario para etapas posteriores, y entiendo que hay niños que necesitan un tiempo extra para asimilar ciertos conceptos que el sistema educativo se empeña en que deben tener. No suelo mandar muchos deberes; creo que no son necesarios, si los alumnos han entendido bien todo y han tenido tiempo de practicarlo; a veces los mando para comprobar qué es lo que ha quedado en su cabeza tras mi clase, insistiendo en que deben hacerlos solos. Deberes sí o no, así, de forma radical, no creo que sea la cuestión. La cuestión es, creo, que todo lo que se haga en educación o en cualquier otro aspecto de la vida sea hecho usando ese sentido común del que carecen tantos.
    Un abrazo grandote.

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    1. Ese criterio docente que reflejas lo comparto por completo. Creo que el fondo de la protesta está por ,lo que conozco en que las obligaciones en casa llega un momento en que hasta sustituye al trabajo docente en las horas de clase. Si la conexión con el grupo es razonables, el trabajo no¡ suele esar. Un beso

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  2. Que está ya todo inventado es verdad indiscutible. Que el tena de los deberes siempre suscita polémica y desacuerdo, es verdad también. En mi opinión, el error arranca de la denominación algo estrambótica con que conocemos el trabajo, obligado o solo aconsejable, para realizar fuera del ámbito escolar. Si en lugar de llamaros fríamente "deberes" los llamáramos 'TAREAS COMPARTIDAS DE PADRES E HIJOS PARA MEJORAR LA EDUCACIÓN Y EL APRENDUZAJE", seguro que nadie osaría argüir impedimentos.
    De todos modos existe otra definitiva VERDAD: **Nunca llueve a gusto de todos**
    Besos

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    1. Cómo se nota, amiga, que sabes de lo que hablas. Creo que a los que hemos sufrido tantos años los avatares de determinados aspectos de la educación que se ponen de moda en momentos concretas lo que nos pasa es que se nos quedan pequeños, parciales, como al margen del meollo de las cuestiones que tú sugieres para el que quiera mayor precisión en las definiciones

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  3. Yo lo que veo es que los deberes han supuesto en los últimos años que los padres se tengan que poner a estudiar. Eso de que Laura insista en que los hagan solos no es la realidad que conozco.
    Y es todo lo contrario de cuando en los años noventa yo presidía las asociaciones de padres de Peligros y planteé como actuación prioritaria en la relación con los colegios la eliminación de deberes. Entonces fueron los demás padres los que se me echaron encima, porque si los niños no tenían deberes, se tenían que poner a hacer cosas con ellos y el tiempo que los niños dedicaban a los deberes era tiempo libre para los padres.

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    1. Este es el problema de intercambiar comentarios con personas solventes, como es tu caso o el de Laura, que uno sugiere un tema, lo muestra como buenamente sabe y el tema empieza a rodar como una bola de nieve. Esa es la riqueza del aprendizaje horizontal, que hace muchos años que es el único en el que creo. Así se pasa uno la vida aprendiendo y..`., tan pancho, como si el tiempo no pasara. Un abrazo, amigo

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  4. Excelente artículo. Los niños no pueden vivir agobiados por los deberes...

    Saludos

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  5. Yo me encuentro en el centro de la cuestión. Esta claro que de vez en cuando a los niños se les imponga una pequeña tarea a realizar en casa si no durante la semana (que ya tienen bastante con las clases y las actividades extraescolares?)para el fin de semana y así no perder el habito de trabajo.
    Pero lo que no me parece corecorrecto es la lucha que muchos padres tienen en contra de los deberes por rl simple hecho de que estos sean más una obligación para ellos que para sus propios hijos.
    Cuando en realidad independientemente de que traigan táreas de clase nosotros los padres tendríamos que ser capaces (por voluntad propia) de dedicar un tiempo al estudio, lectura o aprendizaje de nuestros hijos.

    Muchas gracias por tu artículo y por hacernos reflexionar.

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    1. Lo que pasa es que estos temas, si los proponemos aislados fuera del contexto de relación familiar o con la escuela se nos quedan cojos por más que profundicemos en ellos porque hay que insertarlos dentro del contexto global y allí nos daremos cuenta de que no es ni sí ni no, sino todo lo contrario. Un beso

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