Seguidores

domingo, 25 de enero de 2015

TALLER


         Ya he hablado en alguna que otra ocasión de los talleres en general y del taller de cocina en particular. El sistema de trabajo que vamos desgranando semana a semana tiene aspectos que lo definen y que a estas alturas ya forman parte de un sistema educativo alternativo que tuvo sus comienzos en los años setenta del pasado siglo en España y que se inspira en la pedagogía de Freinet y de toda la corriente de la Escuela Activa. Los talleres son acciones de pequeño grupo que se emprenden por un tiempo determinado y que ocupan un espacio de la clase, o un espacio alternativo, mientras dura la acción y desaparecen una vez que concluye el trabajo que se pretendía realizar.

La semana anterior comentábamos lecciones de cocina ligadas al otoño conectadas a tiempos concretos: la vendimia, las castañas, la matanza…, de gran impacto paro que no tenían continuidad. Ahora vamos a iniciar acciones que se repiten un día concreto de la semana y que se  desarrollan por ejemplo, con dos o tres miembros de cada curso del segundo ciclo de infantil, niños de tres, cuatro y cinco años. El objetivo es poner en práctica una acción relacionada con la alimentación que siga un cierto proceso a lo largo de varios meses de modo que consiga que los resultados de la experiencia se incorporen a la alimentación de la escuela de la que participamos todos porque todos comemos en la escuela. Consiste en encontrar un espacio en que este grupo de pequeños de los tres cursos con una persona adulta y con la colaboración de una persona de la cocina se encarguen de preparar alguno de los platos que después nos vamos a comer todos.

La primera acción suele centrarse en la preparación de ensaladas, que siempre han sido el primer plato de la escuela. El trabajo con los materiales crudos resulta más asequible y encaja perfectamente en la realidad de nuestra alimentación. Permite a los pequeños enfrentarse a los elementos más fácilmente manipulables, combinarlos un poco al gusto y participar del proceso de elaboración de distintas ensaladas de un elemento concreto en un principio e ir complicando los contenidos a medida que la destreza lo va permitiendo. Incluso permite, con toda precaución, ir introduciendo el manejo del cuchillo para lograr que el resultado tenga una calidad de presentación que no podía tener al principio con el sólo manejo de las manos. Al centrar el taller en un solo día a la semana se consigue que pase tiempo suficiente como para que se pueda comentar cada una de las elaboraciones y las dificultades de su preparación entre los miembros del taller porque, al ser mezclados los tres grupos del segundo ciclo permite que unos vayan explicando a otros cómo hay que tratar los elementos que van a presentarse cada día, las condiciones de higiene que hay que mantener y en general el desarrollo de cada una de las sesiones de trabajo.


Hasta el final del cuso también permite que cada uno haya participado al menos en una sesión y que la experiencia del taller se haya extendido a todos los miembros del grupo. Esta forma de entender la comida como parte del trabajo común acerca todo el proceso alimenticio y lo hace que forme parte de las posibilidades de todos, con lo cual los alimentos no solo son aquellos que se nos ofrecen a la hora de las comidas y de los que en general no sabemos casi nada. Por el contrario, con este modo de trabajar,  los alimentos que nos comemos los hemos visto expuestos en la calle cuando hemos paseado por el barrio y en el taller de cocina los tocamos y los preparamos para presentarlos para  ser consumidos por todos. Desde el conocimiento de los alimentos hasta el mismo sabor, una vez presentados,  son distintos si los hemos trabajado nosotros. En los talleres de cocina hemos manipulado sobre todo crudos por lo que nos hemos centrado en ensaladas y en postres con variedades de macedonias. Hoy no puedo pensar en una escuela que viva lejos de la alimentación y que, de la manera que estime oportuno, no la incluya en el proceso educativo cotidiano.


9 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo el integrar en el aprendizaje la adquisición, manipulación y consumo de los alimentos por los pequeños. Imagino que incluso evitará, o al menos mitigará, las temidas "manías" de los pequeños sobre algunos alimentos. Recuerdo que alguien en casa, a la hora de comer, cuando se presentaban las reticencias de los niños a comer algo concreto, siempre afirmaba lo mismo: reunirnos en familia para la cena es lo importante, comer no lo es; acabando por vencer siempre la resistencia del más acérrimo.
    Saludos,

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  3. Qué suerte. Pero qué suerte por no hablar de situación de privilegio, "aquí todos comemos en la escuela".
    Suerte, si ello se da en Escuela Pública.
    Aquí, hablo de mi Comunidad Autónoma de mi localidad... Ha sido tan brutal la supresión de becas de comedor, que para el 80% de familias, que sus hijos coman en el comedor escolar se ha convertido en un gasto inasumible.
    Y como reza no sé qué refrán, "el que no tiene cabeza no necesita sombrero"...
    Muy bien, claro que sí, muy bien por los talleres de cocina.... Muy educativos
    Es el fondo ideario que inspiró a nuestro dilectísimo señor Wert, señor donde los haya.
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Manuel Ángel Puentes26 de enero de 2015, 2:08

    Yo no he vivido esa experiencia de taller interciclo (un "palabro" para decir que juntamos a niños de 3 a 6 años, o de 0 a 3) con la comida, pero sí con otros muchos aspectos de la vida en la escuela (pintura, marionetas, psicomotricidad, juegos populares, construcciones...). En los últimos años en mi escuela tenemos asentado un funcionamiento como el que tú describes con los talleres de jardinería, en el que participa un voluntario del programa OFECUM (asociación de jubilados auspiciada por la universidad) y un maestro de la escuela. Se juntan los lunes alternos tres niños de cada grupo que van rotando para cuidar de los jardines de la escuela y sacar adelante un invernadero.

    ResponderEliminar
  5. Lo que demuestra, querido Manuel que la estructura de trabajo es la que pone el punto de calidad. Unos lo podemos aplicar a un asunto, ensaladas o macedonias y otros a otro, jardinería en vuestro caso. Recuerdo cuando firmamos el convenio marco con la organización OFECUM. El taller que cuentas es una monada pero la cantidad de posibilidades que ofrece el contacto con las personas mayores es inmensa y se podría explotar mucho mas. En nuestra escuela los usamos para el taller de cocina, para bordados en el patio y para cuentos a pequeños grupos también al aire libre pero en este momento creo que se cortó la relación. Supongo que en cualquier momento puede surgir otra. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Manuel Ángel Puentes26 de enero de 2015, 11:32

      Ya están puestas las bolsas de los niños en la exposición de homenaje a José Guerrero. Nada más entrar es lo primero que hay en la sala de la primera planta.
      En principio la exposición es hasta el 8 de febrero, pero es posible que la prorroguen.

      Eliminar
  6. Buen post nos acercas hoy gracias,saludos.

    ResponderEliminar
  7. Aprender haciendo, disfrutando, tocando y comiendo, que envidia me dan siempre tus alumnos.

    Un beso

    ResponderEliminar
  8. No es mala idea. Muchos de nuestra generación lo hubiésemos agradecido...

    Un cordial saludo

    ResponderEliminar