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domingo, 5 de agosto de 2012

OPOSICIÓN

Ya en un capítulo anterior insistí en la importancia del no hacia los dos años y que ese no que los pequeños hacían valer tenía un significado inequívoco de afirmación personal. Hoy quiero volver sobre el tema, pero intentando extenderlo a todo el comportamiento de los dos años más o menos. Quiero que se entienda siempre que cuando hablo de una edad no tiene ningún carácter que vaya más allá de lo puramente orientativo.
Es que hacia los dos años los pequeños vienen a tener una cierta conciencia del yo muy fuerte y va ligada por una parte a un sentimiento de afirmación casi permanente lo que hace la relación un poco desesperante si el adulto no es muy consciente de lo que está pasando por la mente del menor en ese tiempo y por otra también un sentimiento de inseguridad. Los niños son niños pero no tontos. Ellos saben perfectamente que en la mayor parte de los asuntos en los que se empecinan ni conocen las consecuencias ni siquiera el contenido de su cabezonada. Por eso, a pesar de que los veamos muchas veces empecinados en defender algo frente a nosotros tenemos que entender que lo que están defendiendo no es lo que dicen, que muchas veces ni lo conocen siquiera, sino su propio criterio frente a nosotros . Sus cabezonerías son más que nada afirmaciones de la personalidad. En realidad como brindis al sol porque les falta contenido de lo que defienden aunque no determinación para defenderlo.
Por diversificar un poco el discurso sobre el tema que llevamos entre manos yo me preocuparía más de los menores que no dan un ruido, que pueden pasar tiempo y tiempo sin que se les oiga y que nunca pelean contra nosotros sino que más bien tienden a vivir en su mundo fuera de la relación con otros niños o con adultos. Este tipo de menores, que son bastantes en proporción suelen pasar desapercibidos porque no se les nota pero suelen tener problemas pendientes, sencillamente por el hecho de que han decidido prescindir de la relación con sus iguales o con sus mayores y afrontar solos las cuestiones que la vida les va planteando, siendo así que no disponen de argumentos ni de recursos para afrontar las posibles salidas. El hecho mismo de prescindir de las relaciones ya es un problema en sí mismo que no se produce por casualidad sino por deficiencias previas que ocasionan ese tipo de reacciones y que conviene salir al paso porque significan que los menores llegan a prescindir del mundo de los adultos que es a fin de cuentas de donde le pueden llegar las posibles ayudas para su desarrollo.
Les toca a los adultos salir al paso de cualquier tipo de incomunicación con los pequeños a sabiendas de las importantes dificultades que estas plantean y que no siempre está uno en disposición de encajar las dificultades inherentes. Pero que no nos quepa duda que por más dificultad que nos platee un menor por las cabezonerías en las que caen que muchas veces ni ellos mismos son capaces de entenderse, mucho más problemático puede llegar a ser la ausencia de relación y el que veamos como determinados menores sencillamente pasan de nosotros y tratan de vivir por su cuenta. Creo que también sugerimos en algún capítulo anterior algún tipo de fórmula parecida al sí pero o al no pero. Como fórmula idónea nunca es procedente plantarse enfrente de los menores salvo cuando estemos en situaciones excepcionales y límites. Procede, siempre que podamos que escuchen de nosotros un sí o un no en función de lo que nos parezca, pero seguidamente alguna propuesta de salida que les permita vislumbras cauces que ellos puedan asumir aunque es posible que no lo hagan en el momento del conflicto.

3 comentarios:

  1. Buenos días Antonio:
    Sabes a veces queremos que los niños estén quietos para nuestra comoididad, sin poensar que un niño demasiado quieto puede tener problemas o estar enfermo.
    Tu post como siempre es muy instructivo.
    Yo ayer estuve en la playa del Perelló de Valencia bañándome en el mar con mi nieta y cómo jugábamos no se cual de las dos era más niña.
    Feliz semana.
    Un beso, montserrat

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  2. Cuando los las niños niñas no crean ningún conflicto de los llamados cabezonerías, las más de las veces estamos frente a casos de "¡ojo, aquí pasa algo, y no precisamente bueno!"
    En resumidas cuentas, ¿La llamada de atención va dirigida a nosotros, los adultos padres/educadores?
    Tema complicado, en verdad.
    Besos

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  3. Hola querido Antonio !

    Completamente de acuerdo contigo. Los niños tienen que ser niños, con su caracter, su personalidad, dejarlos ser ellos mismos, educandos, guiandolos, pero no "castrandolos" impidiendoles ser ellos. Particularmente me encantan los niños contestones, que dicen no, y que se enfrentan :) me encantan los niños con personalidad, que se hacen notar, que se hacen ver. Ya se que los otros niños, los tranquilos, dan menos trabajo, y a la mayoria les gusta este tipo de niños, por que como dicen- se crian solos- pero yo prefiero los "guerreros" los que tienen vida interior y la manifiestan. Y ojo ! como dices tu, el niño que se encierra demasiado en su mundo,y que pasa de todo, es un problema serio, que tarde o temprano lo manifestara, alomejor tremendamente.
    Un placer como siempre leerte amigo mío.
    Gracias por estar ahí.

    Un fuerte abrazo y un beso

    Aurora

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