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domingo, 9 de mayo de 2010

COMPLEJA COMPOSTURA


A veces me traiciona la conciencia
y se empeña en provocar un artificio,
laberinto quizás, con mis despojos.
La noche se me encarna. Estoy perdido.
¿Qué impulso me reclama, dónde nace, como un brote,
la fuerza de rescate que me libra del olvido?.

La forma es el refugio, doy a luz, me recompongo
a base de los ojos, del volumen del pecho,
del traje que me cubre, del músculo que muevo,
pero ese recorrido, por más que se completa,
no termina de darme resultados convincentes.

Como si el mismo plano donde luce un cerezo
frunciera con mi carne, indiferente
si sufro de montaña o duermo de tiniebla,
si empujo de pinares o canto de alimento,
si palpo como lumbre o muero de ceniza.

Como si el límite no fuera suficiente
como si la materia que sostengo, que no es otra que el mar,
que el pájaro, que el pino, que la higuera,
fuera sólo guarida, falsa muerte,
espejismo que confunde costumbre con deseo.

Debo seguir, entonces, subiendo sin medida,
por encima del número concreto, de la temperatura,
del glóbulo y la muerte que me cierra el camino,
hasta alcanzar el territorio - estado, sentimiento -,
que me incluya, vulnerable como un nido,
pero incapaz de soslayar la angustia y la miseria.

Allí me siento vivo, palanca unida al tiempo
a través del abrazo entre las sábanas,
del aroma fugaz de la salvaje clavellina,
del Bosco y su Jardín de las Delicias,
de Danzas Povlosianas y fuegos de Amor Brujo.

Con diligencia traslado el domicilio
y fijo residencia definitivamente.

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